viernes, 22 de octubre de 2010

SABEMOS LO QUE QUEREMOS


El hecho de mencionar -aunque sea sutilmente- la palabra “secreto”, abre la puerta a un cúmulo de sensaciones entre las que emergen el hechizo y la sorpresa.
Por eso, por su magnetismo, la cosmética utiliza el término con abundancia.
Y se refiere sin cesar a los secretos mejor guardados en el tocador, en el maquillaje, en los tratamientos y en los activos, que los componen.
Así nos demuestran y muestran sus propiedades.

Cada formulación es un terreno abonado al exotismo, que incluye principios y flores tan asombrosas como una, denominada Inmortelle.

Se utiliza como aceite esencial, por sus reflejos dorados y su perfume envolvente.
Crece en Córcega, la isla de la belleza...

Y posee, como el amor ideal, la extraordinaria cualidad de no marchitarse jamás, aun después de cortada.

Su esencia ofrece a la piel una confidencia de eterna juventud, porque actúa a tres niveles: Estimulando la renovación celular.
Multiplicando la firmeza y la elasticidad cutáneas.
Protegiendo la tez frente a la acción oxidante de los radicales libres.

Otros magníficos activos muy de moda y bastante sofisticados, son la grosella negra, el pomelo rosa y las flores de loto.
Y la mora, y el jazmín árabe, y la orquídea...

Porque según los entendidos, las mujeres somos cada vez mas selectivas y mas exigentes en los detalles cotidianos.

Y desde los tratamientos al maquillaje, esos activos cuidan nuestra piel y la quieren, e intentan combinar los beneficios físicos que obtienen sin lugar a dudas, con los emocionales.

Es que sabemos lo que queremos y lo que estamos dispuestas a hacer para conseguirlo.

Ese, aunque a voces, es el secreto de ser y estar guapas:
Poder conjugar la belleza interna con la externa.

Y tener al alcance los elementos que nos permiten hacerlo.

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